Miles de experiencias en el país de los canguros

Cualquier decisión que conlleve un cambio abrupto en nuestra vida será muy difícil de tomar. La cotidianidad a la que estamos acostumbrados nos aferra a una zona de confort que nos hace sentir seguros.

Apreciamos nuestros trabajos de oficina, nuestra cómoda cama y la vida en familia. Disfrutamos los fines de semana con nuestra pareja o amigos y cada quince días sentimos esa ansiedad o felicidad por nuestro salario, fruto de un trabajo que se ha convertido en rutina.

Hace 3 años yo me encontraba en esa situación, y sentí la necesidad de darle un cambio a mi vida. De cumplir algo que me había prometido a mi mismo desde pequeño: “ver con mis propios ojos y sentir a través de mi propia piel la vida fuera de mi país”.

Cuando empecé mi carrera universitaria, comencé a sonar de manera más consciente en esa interacción con otras culturas, de aprender un segundo idioma y planifiqué el destino y la manera en cómo lo iba a hacer. Definitivamente quería un país de habla inglesa pues sabía que necesitaba aprender el idioma para tener mejores oportunidades laborales y llegué a la conclusión de que Australia era el lugar que me ofrecería mayores beneficios como estudiante internacional.

Después de realizar el trámite de visa, de empaparme de todo lo relacionado con el país y de tratar de mejorar, ingenua y desesperadamente el poco inglés que sabía, renuncié a mi trabajo. Le dije hasta pronto a mi familia y amigos, y agarré mis maletas para lanzarme a esta aventura, que hasta hoy me ha dado las experiencias más increíbles e invaluables de mi vida.

Al llegar a Melbourne, me di cuenta de dos cosas; primero, que definitivamente no sabía inglés pues el acento y las expresiones australianas se alejan completamente del inglés americano que nos enseñan en las escuelas; y segundo, que estaba en un ambiente seguro y multicultural que nunca había experimentado.

Luego de instalarme y familiarizarme un poco con las zonas más populares de la ciudad, inicié la escuela y mi curso de inglés, el cual duró aproximadamente 7 meses. Después de ese tiempo supuse que sería suficiente para poder regresar a Colombia, pero como la mayoría de inmigrantes, terminamos enamorados de este país y anhelamos quedarnos por mucho más tiempo.

Perder el miedo a hablar es algo que también desarrollas en Australia pues todo el tiempo estás en contacto con personas de todas partes del planeta y acá te das cuenta (y sin ser despectivo), en nuestro país hay personas que se burlan de los extranjeros cuando intentan hablar en español. Acá eso no sucede, de hecho en la mayoría de casos las personas te comprenden, son pacientes y hasta te ayudan a mejorar en tu inglés.

El trabajo es un factor que preocupa a muchas personas, pues la calidad de vida de este país se refleja en su alto costo, así que los ahorros no duran mucho.

Mi primer trabajo fue como limpiador (cleaner), sin embargo, con el tiempo y en la medida en que mi inglés fue mejorando, obtuve experiencias en turismo (hospitality) y manufactura. Cualquier trabajo es una bendición y a diferencia de nuestros países latinos, acá todos los oficios sin distinción alguna, son apreciados, respetados y bien remunerados. Además, el nivel de inglés expande las oportunidades de crear redes de contactos y mejorar las opciones laborales.

Una de las razones por las que Australia me ha cautivado además de su multiculturalidad y posibilidades de crecimiento, es la facilidad para recorrer sus principales ciudades: los tiquetes son asequibles, el país cuenta con destinos que van desde bosques, montañas, playas de arena blanca, ríos, desiertos, y ciudades cosmopolita como Sydney y pueblos auténticos que te enseñan el verdadero modo de vivir de los locales.

Australia es un país de oportunidades, solo hay que saber buscarlas y ser especialmente constante e insistente. Actualmente me encuentro estudiando un diploma y sé que el camino es largo y de mucho esfuerzo, pero aspiro a tener una residencia permanente en este país. Sea cual sea el resultado, lo sabré agradecer pues cada una de las experiencias vividas , las buenas y las que no tanto, nos ayudan a madurar, a ser mejores seres humanos, a ver el mundo sin prejuicios, a respetar las diferencias, a abrir la mente y eliminar las fronteras que nosotros mismos construimos.

A comprobar lo fuerte que realmente somos, a encontrar nuestras verdaderas pasiones, a enamorarnos sin importar la nacionalidad y el idioma, a apreciar lo valiosa que es la paz y lo mucho que ayuda en el progreso de un país. A apreciar a las personas que nos apoyan y nos aman y a entender que el mundo es enorme y va mucho más allá las cuatro paredes de una oficina.

Para mí conocer y vivir Australia ha sido lo más gratificante de la vida. Todo el esfuerzo, las personas y lugares, todo el conocimiento, el cariño y el apoyo recibido ha valido la pena.

Por: Nicolas Velez