Australia: Experiencia de familia

Nuestro proyecto en Australia empezó en el 2017. Tomar la decisión de migrar junto con mi esposo y mi hijo (actualmente de 6 años), no fue fácil; pero nos emocionaba saber que después de haber logrado todo lo que queríamos en Colombia, podíamos soñar con un futuro mejor para todos.

Elegimos Australia porque es un destino que ofrece a los estudiantes internacionales, la oportunidad de trabajar mientras mejoran su nivel de inglés. Sabíamos que no iba a ser fácil, pero tampoco nos imaginamos los retos que podíamos llegar a tener al no tener conocidos en el país.

Una semana antes de nuestro viaje, conseguimos un aparta estudio vía online, lo cual nos pareció genial pues no tendríamos que compartir vivienda con nadie. Las primeras dos semanas nos dedicamos a descansar, turistear y acomodar nuestros horarios de sueño, en especial el de mi hijo y el mío. Luego de dos semanas empezamos a buscar trabajo; pero nos dimos cuenta que no era tan fácil como muchos dicen.

Escuchábamos historias de gente que llevaba meses y aun no lograba ubicarse. Eso nos empezó a angustiar, además de la experiencia...en la vida habíamos cogido un trapo para limpiar, ese fue nuestro primer sacudón; y entonces llegaron nuestras primeras lágrimas y cuestionamientos: “qué hicimos? – en qué nos metimos”.

Al principio, yo apliqué como asesora en una agencia de estudios, ya que tenía experiencia en ventas en Colombia. Me llamaron a entrevista, pero la desilusión fue muy grande cuando me di cuenta que aunque mi perfil era interesante, no era apta por mi nivel de inglés. Luego de un mes y medio, encontré trabajo como “cleaner” (limpiando gimnasios), sin contar con ninguno de los requisitos: experiencia, buen nivel de inglés y auto.

Estoy segura que la mano de Dios estuvo ahí. Lo único que me pidieron mis jefes para empezar fue el vehículo, porque el trabajo era en la noche y necesitaba moverme de un sitio a otro. Y claro, en medio de nuestra necesidad, salimos a gastar nuestras reservas en el primer carro que encontramos.

Ya teniendo en que movilizarnos, mi esposo se inscribió en una de las empresas de domicilios de la ciudad; pero fue un fracaso, porque en su primera semana se ganó dos multas, por falta de conocimiento en las normas de tránsito. Eso nos deprimió porque lo poco que ganaba, se lo gastaba pagando las multas.

Después de ir aprendiendo logró ubicarse en otra empresa. En ese momento ya cumplíamos tres meses en Australia, y habíamos logrado la estabilidad económica que queríamos. Teníamos para vivir y pagar todas las deudas que habíamos dejado en Colombia.

Pero como todas las nuevas experiencias están llenas de aprendizajes, empezaron a suceder cosas: primero, el carro, empezó a fallar. El arreglo nos costó 4.500 dólares (casi el doble de lo que nos había costado el carro) y al final lo “perdimos” porque el auto siguió con problemas y tuvimos que venderlo en un sitio de chatarra.

En ese momento optamos por comprar otro vehículo con un préstamo que nos ofrecieron en Colombia. Ya no confiábamos en nadie y con el miedo a equivocarnos de nuevo, decidimos comprar un carro 0 km en un concesionario.

Todo iba bien y con carro nuevo, pero la dicha duró 8 días pues a mi esposo lo sacaron de su trabajo de domicilios y otra vez un sacudón. Para mi esposo no fue nada fácil superar ese despido pues no podía creer que lo echaran de ese cargo cuando había durado 8 años como ingeniero en una empresa en Colombia y jamás, hasta ese momento, había tenido despidos en su vida laboral.

Nuevamente Dios nos mostró su amor y decidí escribir en un grupo de latinos en Facebook pidiendo ayuda (hasta ese momento las redes sociales para nosotros no eran más que para chismosear y farandulear); y para nuestra grata sorpresa, en ese grupo apareció gente maravillosa que nos ofrecieron su ayuda, su apoyo y al fin hicimos amigos.

Así volvimos a empezar, con apoyo emocional para mi hijo, mi esposo y para mí y meses después de haber encontrado estabilidad en Melbourne, nos mudamos a Adelaide.

Aquí comenzamos una vez más, pero en esta oportunidad, el proceso ha sido mucho más fácil.

El momento más difícil de nuestro tiempo en Australia, fue cuando mi esposo entró en depresión. Nunca me esperé algo así, ya que él había sido siempre nuestro pilar. Debí llenarme de fortaleza espiritual; tocar puertas y ser humilde para recibir ayuda de otros.

También aprendí a ser la proveedora económica, fue muy retador, pues me di cuenta que me cuesta soltar. Que soy el tipo de mujer que espera que sea el hombre el que provea todo para la casa, esto también me ha tocado mi ego, pues no es fácil reconocer que necesitas ayuda; que no eres autosuficiente como pensabas y volver a la humildad, a darte cuenta que tu “vida perfecta” se quedó junto con toda tu familia al otro lado del mundo y que ahora, solo tienes a tu esposo e hijo y debes formar familia ahora con gente extraña... inmigrantes igual que tú.

Que no importa el título profesional o la posición económica que tenías en tu país que con esfuerzo lograste, aquí eres un estudiante más.

Ahora miramos hacia atrás y estamos seguros de que todo ha sido perfecto, pues si no hubieran pasado las cosas así, tal vez la que hubiera entrado en depresión habría sido yo.

Gracias a ese cambio pudimos conocer la otra cara de Australia, no solo la de los turistas y estudiantes sino la de las personas que ya están aquí radicados con su residencia o ciudadanía y que viven y ven las cosas muy diferentes a como las vemos nosotros.

Pero lo mejor de todo esto es nuestro hijo, pues él ha sido como nuestro amuleto de la suerte. Aunque en un principio hubo mucha gente que nos criticó por viajar con él, ahora pienso que si no hubiera sido así, no lo estuviéramos logrando. Cuando necesitamos la ayuda, lo que más le conmovió a la gente fue decir que estábamos con un niño; eso nos abrió y nos sigue abriendo puertas, pues la mayoría de gente que conocemos también tienen hijos.

Mi ángel está estudiando, está muy feliz aquí... por lo menos ya uno de los tres ya habla bien el inglés :D

Todo esto nos ha enseñado demasiado y nos ha moldeado sin lugar a dudas, hemos aprendido a soltar, si, a soltar nuestro ego, nuestro orgullo, nuestro egoísmo y poder tener las manos abiertas para poder recibir, si, recibir amor, recibir bondad, recibir caridad, recibir las bendiciones de Dios.

También ha acrecentado nuestra fe, pues estamos seguros que sin la ayuda divina y las puertas que se han abierto, pero también las que se han cerrado han sido gracias a él, y que todos los ángeles que se nos han aparecido han sido porque él nos lo ha mandado y aquí seguimos e confiando en él porque cuando nuestras fuerzas se terminan, es ahí donde empiezan las fuerzas de Dios.

Por: Viviana Pinillos