La montaña rusa de la vida en Australia

Viviendo en el país de las revistas.

“Su visa ha sido aprobada”, fueron las palabras que me dieron la bienvenida a Australia, al país de mis sueños. El lugar que escogí como mi nuevo hogar.

Mi historia no es muy diferente a la de los demás estudiantes internacionales, todos llegamos aquí con un par de maletas, miles de emociones casi indescriptibles al saber que fuimos capaces de dejar el lugar calientito y cómodo de nuestros hogares para vivir un nuevo episodio en la vida donde cambiamos... y cambiamos mucho!

Viajar a un país que está muy lejos de casa, sin amigos, ni familia; con un idioma diferente, con diversidad de culturas, comida, clima y tantas otras cosas te hacen sentir todo el tiempo que estás en un parque de diversiones. Todo luce curioso, divertido e interesante y seguro, vas a querer montar en la montaña rusa más alta. Y cuando ya estás en ella, sientes un poco de miedo o quizás incertidumbre por no saber cómo terminará ese viaje, pero aún así, ya estás ahí.

Cuando entras en confianza con el país, aprendes no sólo a conocer Australia, sino que te empiezas a conocer a ti mismo. Recuerdas todas las lecciones que te dejó la tierra donde creciste y quieres enseñarlo a los desconocidos, quienes poco a poco se van volviendo tus amigos e incluso, tu familia. Enfrentas retos trabajando en cosas que nunca antes imaginaste, estudias fuertemente para cumplir esa primera meta de dominar un segundo idioma y aceptas que nada te queda grande.

Después de un tiempo, cuando te sientes cómodo en el nuevo país, esa montaña rusa empieza su descenso, te sacude, y sabes que no es un sueño, que es la vida real y que estás andando en ella.

Nadie te dirá que la vida al otro lado del planeta es perfecta, aquí también se llora, se extraña, se siente la soledad, se siente frustración, se siente vacío. Pero después de que liberas estas emociones, aceptas que hacen parte del recorrido; aprendes a agradecer por cada paso que has dado desde que saliste de tu país, te llenas nuevamente de valentía y esa montaña rusa ¡vuelve a subir! te sientes de nuevo en la cima.

Ya sabes como seguir tu camino, ya dominas el idioma, tienes nuevos amigos, aprendes a vivir por ti y para ti; tienes experiencias divertidas (y otras no tanto) para contarlas a quienes únicamente te ven a través de una pantalla. Y el miedo que te paralizó al principio, pasó a ser sólo un recuerdo, y fue de hecho, el combustible para lograr la meta que querías. En medio de canguros, koalas y vegemite, Australia se convierte en hogar… ya sabe y huele a hogar.

Este será mi tercer año en tierras australianas; y como se lo he dicho a todos aquellos que me preguntan por esta experiencia “Soy orgullosamente Colombiana, pero ahora mi hogar está aquí”. Todo lo que puedo expresar es total agradecimiento con la vida por darme la oportunidad de arriesgarme a subir esta montaña rusa; de cumplir esta meta que por un momento parecía imposible. Agradecimiento con mi familia porque son los que llenan el tanque emocional todos los días para continuar lejos de ellos; por los que están aquí conmigo, porque son ellos ahora mis compañeros de viaje y sobretodo con Australia por abrirme sus puertas. Aquí tengo “mates” (amigos), bebo de todos los tipos de café, disfruto en bici los parques y bellos paisajes que adornan la ciudad de Melbourne (donde vivo), digo una que otra palabra de todos los idiomas que se pueden encontrar aquí, tengo un trabajo que disfruto y sigo viviendo mi vida como estudiante internacional.

Y así, entre subidas y bajadas se vive, se goza y se aprende en el país que un día viste sólo en las revistas y que ahora es tu increible realidad.

Por: Nathalie Roa Medina